Si hay algo que el transcurso de los años ha dejado claro es que uno de los éxitos de las fiestas de carthagineses y romanos está en la existencia de un campamento festero donde continuar la jornada después de los actos y desfiles, y eso ya lo tenían claro los promotores en aquel lejano 1990.
Y aunque el espíritu del mismo ha ido evolucionando con el tiempo, adaptándose y evolucionando –como las fiestas – con los cambios en la sociedad cartagenera, siempre se ha basado en unas premisas basícas: Tener a Tropas y Legiones juntas creando una zona de ocio durante los diez días y estar abierto al público. Las parcelas privadas están prohibidas dejándose un especio mínimo como reservado para los grupos festeros y existiendo un servicio de barra abierto a todo el mundo.
EL PRIMER CAMPAMENTO: 1.990
El primer campamento festero se ubicó en el actual paseo Alfonso XII, paralelo a la muralla del mar. En aquella época aún no se había realizado la reforma del muelle, el Restaurante Mare Nostrum estaba al principio del paseo y la carretera que circunvalaba la muralla iba pegada a esta, (por la zona actual que se excavó y que hoy día deja al descubierto los sillares más bajos).
La feria de invierno – “los caballitos” – se montaba sobre la actual carretera y parte del área peatonal que hoy tenemos en la explanada libre que comienza en los actuales restaurantes hasta el Arqua, y terminaba justo a las puertas del actual Auditorio. Pero en septiembre los feriantes montaban sus atracciones por las diversas fiestas de la Región, por lo que la explanada quedaba libre para establecer un área festera.
El campamento estaba concebido como área de descanso, no tenía música en las parcelas de los grupos, pero sí un escenario donde actuaban grupos en directo, orquestas y bandas de música de la ciudad. Al más puro estilo de los bailes de las fiestas de agosto en urbanizaciones, barrios y diputaciones.
También hubo un factor adicional muy importante por parte de dos agentes sociales: Las Fuerzas Armadas y el grupo Casa Tomás sin cuya colaboración no conoceríamos el campamento como recinto festero.
Las Fuerzas Armadas pusieron desinteresadamente a disposición de los grupos tiendas de campaña profesionales para albergar a festeros y visitantes y redes de camuflaje para dar sombra a la luz del día y proteger de la humedad en las horas nocturnas.
El grupo Casa Tomás aportó servicio de barra en todas y cada una de las parcelas y llegó a acuerdos con los grupos festeros, de manera que estos tenían unas ventajas si habitaban el campamento, a la vez que ese uso del campamento atraía a personal de todas edades, amigos y visitantes de las fiestas.
En definitiva, este montaje improvisado fue la primera piedra de lo que hoy día conocemos como campamento festero.
1.991 EL CAMPAMENTO SE SITUA EN EL PARQUE DE ARTILLERÍA.
En la siguiente edición de las fiestas, los actos, desfiles y el campamento ya habían experimentado una notable evolución. Las parcelas eran independientes y cada una aportaba su propio servicio de barra, la decoración y fachadas también eran libres y dos grupos sentaron las bases de lo que hoy son las parcelas.
Los guerreros de Uxama estrenaron un campamento a base de troncos, sacos y luz negra que sería pionero del resto de grupos festeros que en el futuro se encuadrarían como mercenarios, mientras que la tropa Qart-Hadast construyó una fortaleza basada en unas cerámicas madedónicas que recreaban la conquista de Tiro y que daría origen a la tendencia de Tropas Carthaginesas y Legiones Romanas hacia las fachadas monumentales.
El campamento se encontraba en los patios del Parque de Artillería, cerrado con una entrada que daba hacia la calle Ángel Bruna y otra que se abría a la calle Juan Fernández en la actual calle San Juan y delimitada a un lado por el solar de las Siervas y la residencia militar y al otro por el edificio del Parque de artillería y la actual ampliación de la plaza Juan XXIII, hoy en día hay dos grandes edificios en el solar inicial.
El suelo de tierra se cubrió de grava para evitar el polvo que levantaban las pisadas del gran número de visitantes diarios, los campamentos empezaron a tener música propia y a establecerse por sectores de edad y gustos musicales, al mismo tiempo tropas y legiones creaban sus primeros actos internos para atraer público e involucrar a sus propios miembros en la fiesta.
Sin embargo, se presentaron algunos problemas como el aparcamiento, unas instalaciones eléctricas precarias con frecuentes cortes de luz y una cercanía excesiva a los vecinos que ocasionaba demasiadas molestias, sobre todo en las largas noches de los dos fines de semana.
En 1992 las fiestas admitieron bastantes grupos más duplicando el número inicial y el campamento se desplazó de nuevo.
1992-2000 EL CAMPAMENTO JUNTO A LA AVENIDA DEL CANTON,
En 1992 se da un nuevo paso adelante, La recién constituida Federación de Tropas y Legiones y el Ayuntamiento estudian alternativas al centro de Cartagena. El campamento se ubicaría paralelo a la carretera que unía el puente del Cartagonova con el Centro Comercial Pryca, en los terrenos del plan Rambla sobre los que no se habían iniciado aún las construcciones del Proyecto urbanístico.
Este campamento tuvo por primera vez una instalación eléctrica en condiciones fruto de un sistema de grupos electrógenos que se hallaban en el centro del mismo. Cantina común (de gran éxito durante los días de montaje), y al estar planificado desde cero, todas las parcelas tenían las mismas dimensiones, era fácil aprovechar el aparcamiento del centro comercial, puesto que en horario de campamento este estaba cerrado.
La respuesta del público de Cartagena fue espectacular y la asistencia masiva al campamento se prolongó durante los diez días, los grupos festeros por su parte aumentaron la calidad de su oferta y la tendencia a la monumentalidad de las fachadas se hizo general. Al tener unas dimensiones fijas y expectativas de mantenerse en el tiempo en la misma parcela, los grupos invirtieron dinero, trabajo e imaginación en sus escaparates al público. Las fachadas.
El suelo, de una zahorra compacta en esta edición pasó a ser de asfalto en posteriores ediciones-.
Como problemas iniciales podríamos citar una falta de seguridad el primer año debido a la llegada masiva de visitantes, que tanto la policía local como la nacional resolvieron en posteriores ediciones, así como el nivel del suelo del recinto, que estaba por debajo del de la carretera e inundaba fácilmente las parcelas limítrofes a la Avenida del Cantón con el agua que bajaba de la Atalaya los días de lluvia de septiembre que tantos sustos nos han dado.
Durante esos años también se puso un gran empeño en hacer unas vías más accesibles para personas de movilidad reducida, un control de sonido que hiciera compatible la fiesta nocturna con el descanso de los vecinos y abrir el campamento a colectivos que, por sus especiales características, el acceso al mismo no era el mejor en su horario de funcionamiento.
Así, el parque temático que empezaba a ser el campamento comenzaba a a recibir visitas diurnas y guiadas por festeros de grupos de la casa cuna, asilo de ancianos, diversas asociaciones socioculturales del municipio o colectivos que de una u otra forma, tenían excluida sus presencia nocturna.
En cuanto al tema del nivel del suelo y sus problemas de inundación, en 1.994 el campamento tuvo que ser cerrado dos días debido a las fuertes lluvias y al agua que entraba desde Peroniño.
Como anécdota cabe destacar que ese año solo un grupo tuvo acceso al campamento, La legio Vernácula, que celebró una comida y que la seguridad permitió entrar por tener su parcela junto a la puerta.
Otro problema –externo a las fiestas- fue también que se encontraba en terrenos privados y que comenzó a ser moneda de cambio en los conflictos que su dueño mantenía con el Ayuntamiento de Cartagena por un Plan Rambla que seguía sin ver la luz.
EL EMPLAZAMIENTO ACTUAL
En el año 2.001 con los grupos planificando sus calendarios de montaje y las fiestas casi encima, Cartagena se despertó con movimientos de tierra en el emplazamiento de las fiestas… corrió el desánimo entre los festeros, el propietario de los terrenos estaba enterrando las parcelas más cercanas a la carretera con unas montañas de tierra que cerraban las puertas la instalación del campamento.
Por suerte, el equipo liderado por Juan José García y los técnicos municipales reaccionaron en un tiempo record buscando un nuevo emplazamiento que no desmereciera del anterior, y lo encontraron en terrenos públicos junto al Parque Vallejo Aberola, al lado del Estadio Cartagonova, ideal como destino final de los desfiles, más accesible y con múltiples posibilidades de aparcamiento en sus inmediaciones.
En pocas semanas las parcelas estaban listas y por primera vez recubiertas de una solera uniforme de hormigón, unas parcelas de las mismas dimensiones que las del anterior campamento y una distribución que se sorteó entre los grupos definiendo una calle cartaginesa y una romana.
Acababa de nacer el actual campamento festero, un área con unas instalaciones de seguridad superiores, aseos públicos. Acceso al parque donde se instalaba el mercadillo de época bajo el arbolado, una cercanía de la feria que complementaba las fiestas y un sistema de control de sonido más férreo para evitar molestias a los vecinos.
Este campamento ha sido el último y el que se ha mantenido inamovible con la excepción de los años 2021 y 2022 en los que los protocolos preventivos del COVIT lo cerraron.
Hasta el momento se ha superado en servicios de seguridad, promoción, emergencias, mercado de época y con una tendencia que, aunque no es seguida por todas las Tropas y Legiones, si va permaneciendo año a año, y es el campamento de día, con algunos grupos que realizan actividades diurnas para llegar a un público distinto y vivir las fiestas de otra manera.
2021 EL CAMPAMENTO QUE NO FUE
Por último, cabe señalar el proyecto que no fue.
En 2021 pareció desbloquearse el Plan Rambla, concediéndose de nuevo una moratoria de 25 años a su construcción. Una de las consecuencias del desbloqueo, recayó sobre las fiestas: el abandono del campamento.
Con los primeros movimientos de tierra y el arreglo de una avenida ajardinada, parecía que la urbanización era inminente, aunque los más viejos del lugar juraban y perjuraban que no iba a pasar nada.
Se ofreció a los presidentes de los grupos un “son lentejas”, que hizo que naciera un proyecto en los aledaños de la zona del Parque Mandarache con un nuevo campamento. Al final no se ha producido la urbanización de la zona y en una nueva asamblea, Tropas y Legiones decidieron quedarse en la actual ubicación con la total garantía del gobierno municipal.
Joaquín Moya
Cronista